juntos para siempre 
En el funeral, él le dijo a la esposa que a fin de año se encontrarían en el más allá
“Nos vemos a fin de año”, le dijo Leopoldo al amor de su vida Deidamia, antes de retirarse del funeral de ella. “Eran muy unidos, siempre viajaban juntos. Ella tenía 58 años cuando murió de una penosa enfermedad, un 8 de abril, hace ya más de dos décadas. Había sufrido mucho. El tenía 64 años y padecía diabetes, pero la patología estaba controlada. Ya no quería vivir, evidentemente. Falleció el 28 de diciembre. Según su doctora, murió de tristeza”, cuenta Lorena Lobo, la nieta de esta pareja que compartió todo durante 40 años. “Era un amor incondicional el que se tenían”, detalló.

Juntos para siempre 
En el funeral, él le dijo a la esposa que a fin de año se encontrarían en el más allá
“Nos vemos a fin de año”, le dijo Leopoldo al amor de su vida Deidamia, antes de retirarse del funeral de ella. “Eran muy unidos, siempre viajaban juntos. Ella tenía 58 años cuando murió de una penosa enfermedad, un 8 de abril, hace ya más de dos décadas. Había sufrido mucho. El tenía 64 años y padecía diabetes, pero la patología estaba controlada. Ya no quería vivir, evidentemente. Falleció el 28 de diciembre. Según su doctora, murió de tristeza”, cuenta Lorena Lobo, la nieta de esta pareja que compartió todo durante 40 años. “Era un amor incondicional el que se tenían”, detalló.


El amor cuando no muere mata, canta Joaquín Sabina. Nadie lo ha puesto nunca en un acta de defunción. Pero sí lo han visto. Son casos de personas que pierden a un ser querido y a los pocos días fallecen ellas también. ¿Habrán muerto de amor?

Rosandra Molina está convencida de que sí puede pasar. Dice que su intuición nunca falla. Hace seis años, cuando su papá murió de una neumonía, ese mismo día su madre comenzó a derrumbarse. “Hasta ese momento estaba bien de salud. Pero ella lo extrañaba tanto que le bajaron muchísimo las defensas. Le costaba vivir. Un mes después, falleció”, relata.

Enrique Molina tenía 80 años y Rosa, 75. Estuvieron juntos unos 50 años. “El era bastante demandante. Pensé que cuando se fuera, ella iba a estar mejor. Me equivoqué. Lo amaba tanto que se quiso ir con él”, sostiene Rosandra. Es veterinaria y por su experiencia asegura que “morir de pena” también es algo que les sucede a las mascotas que pierden a sus amos. “Les afecta tanto que se empiezan a enfermar hasta que finalmente mueren. He visto casos”, destaca.

Más allá de la poesía

¿Es posible que morir de amor sea más que una cuestión poética? Ya sabemos que lo emocional tiene una importancia evidente y que es inseparable de nuestra salud. Varios estudios recientes han demostrado que el shock que produce la pérdida de un ser amado es capaz de provocar una depresión tan intensa que puede llevar a la propia muerte.

Quienes sufren esta depresión tienen un 40% más de riesgos de padecer insuficiencia cardíaca, detalla un estudio presentado en el encuentro EuroheartCare que la Sociedad Europea de Cardiología celebró en Noruega. Otra investigación, realizada en Londres, mostró que la muerte de una persona que nos es muy querida aumenta en 21 veces la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco durante las 24 horas inmediatamente posteriores al deceso. El peligro se mantiene al menos por cuatro semanas, según el estudio del Beth Israel Deaconess Medical Center.

Síndrome de Takotsubo

El amor no parece una causa de muerte clínicamente válida, dice Felipe Salvador Palazzo. Pero que las hay, las hay. Es oncólogo y especialista en cuidados paliativos. Según detalló, sí ha visto varios casos en los que -con horas o días de diferencia- mueren los integrantes de una pareja que llevaba muchos años juntos.

También ha visto casos de insuficiencia cardíaca en los que, después de descartar clínicamente todas las causas posibles, lo que mejor explicaba la situación es lo que se conoce como la cardiopatía de Takotsubo (The American Journal of Cardiology lo describió como el “síndrome del corazón roto”). Se trata una enfermedad provocada por una situación de enorme estrés. Comparte con el infarto los síntomas -dolor torácico, falta de aire y quizá pérdida de conocimiento-, aunque no afecta las arterias coronarias, como lo hace el infarto.

¿Puede ser que perder un amor provoque que bajen las defensas?, le preguntamos a Palazzo. “Sí. Cuando el sistema psico-neuro-endocrino-biológico pierde su equilibrio por alguna situación de estrés genera enfermedades muy variables, y entre ellas, el cáncer”, explica.

¿Por qué estos casos de parejas que mueren en horas tras una vida entera juntas se dan generalmente en la tercera edad? “Es en esta etapa cuando los proyectos, las ambiciones, las ganas, el físico, el alma, la mente... todo está en baja (no en todas las personas, pero en una gran mayoría sí). Y esto es un territorio fértil para que se desencadenen enfermedades de todo tipo. También suelen co existir no una sino varias morbilidades. Es decir se produce un combo negativo perfecto para el ser humano enfermo”, expresó Palazzo.

Claramente la falta de amor, de esa persona que siempre estuvo al lado para apoyarnos puede llevar a alguien a dejarse caer, enfermarse y finalmente morir, sostiene María Alejandra Acosta, enfermera especialista en cuidados paliativos. Ella ha sido testigo de cómo hay gente que, ante la muerte de un ser amado, “se deja ir”. “Creo que no es mera coincidencia; es una elección que hace el ser humano. Todo duelo implica un sufrimiento y a veces el dolor es tan grande que impide encontrar la salida, o sea, encontrar el sentido a la vida. Entonces, la persona elige morir”, destaca la experta.

La cuestión química tiene un papel fundamental, dice Acosta. “Cuando estamos deprimidos, ese estado de ánimo impide que el cerebro produzca la dopamina y la fenilalanina, que son hormonas que nos ayudan a sentir ganas de vivir. Si no hay motivos para seguir, simplemente estamos hasta que nuestra energía vital se agota y morimos”, precisa.

Viudo por solo dos días

Un caso que conmovió a los españoles fue el de Gustavo Bueno. El filósofo falleció el 7 de agosto, dos días después de quedarse viudo. Tenía 91 años y permanecía en silla de ruedas. Su mujer desde 1953, Carmen Sánchez, murió a los 95 años. La pareja se encontraba estrechamente unida.

Dos días después, al otro lado del mundo, se produjo otro hecho estremecedor. En una residencia geriátrica del estado norteamericano de Platte, una pareja de ancianos que llevaba casada 63 años murió de la mano y casi al mismo tiempo. Henry era veterano de la Guerra de Corea, y Jeanette, su mujer desde 1953, profesora de música. Ella tenía Alzheimer desde hacía cinco años y él, cáncer de próstata. El corazón de Jeanette se apagó primero: a las 17.10. Henry cerró sus ojos 20 minutos después.

Hubo más ejemplos este año. El 19 de julio un matrimonio de San Antonio, en Texas (EEUU), falleció casi al mismo tiempo y tomado de la mano. Habían celebrado 58 años de casados dos semanas antes. George y Ora Lee se habían conocido cuando eran adolescentes. Convivieron durante seis décadas. George tuvo que ser internado de urgencia y Ora quiso acompañarlo en todo momento. Murieron con tres horas de diferencia.

¿Es algo que le puede ocurrir únicamente a personas de edades avanzadas? No necesariamente, dicen los expertos. El síndrome del corazón roto puede pasar ante la pérdida de cualquier familiar o de un ser muy querido. Aunque no es tan frecuente. Antes de los 50 años, todavía se puede imaginar un futuro; alguien puede pensar en reconstruir su vida. “Es más común en la tercera edad porque en esta etapa de la vida se sufre mucho la soledad, a lo que se suman los problemas de salud propios de ese momento”, concluye Acosta.


Agapornis 

Pájaros inseparables que viven en pareja y mueren juntos

El agaporni es un ave que vive en pareja. Pero no sólo vive, sino que muere en pareja. Más conocidos como los inseparables, los agapornis (Agape significa amor; y ornis, pájaro) son animales cuyo comportamiento recuerda al ser humano: parejas que comparten una vida juntas, y cuando fallece uno de los dos, el otro muere al poco tiempo. Son aves muy cariñosas con su pareja. El hecho de que mueran casi juntas, según algunos estudios realizados, ocurre porque son pájaros que se enferman fácilmente.



"Sienten que cumplieron un ciclo y se dejan llevar"

Uno de los casos más paradigmáticos de la “muerte por amor” es el del ícono de la música country Johnny Cash, que falleció en 2003 tan solo cuatro meses después del deceso de su mujer, June Carter. Ella murió a los 73 años luego de ser sometida a una intervención quirúrgica. Johnny, de 71 años, no pudo sobrevivir a las complicaciones que se presentaron por su diabetes. Aunque sus amigos más íntimos aseguraban que tenía el corazón tan destrozado que ni pudo ni quiso seguir viviendo.

La muerte de un ser querido puede sumirnos en un estado de tristeza y depresión que hace que nuestro cuerpo se canse de vivir. Para Diego Aguilar, psicólogo de la Fundación León, la cuestión puede pasar por otro lado: “según mi experiencia, cuando una persona envejece ve la muerte como un proceso más natural. Al irse su compañero o compañera de toda la vida, entiende que ya su ciclo va terminando y se prepara para irse en paz. Es lo que llamamos el buen morir”.

“Son personas que ya están satisfechas con lo que hicieron y consiguieron en su vida. No creo que fallezcan por tristeza. Ya no le temen a la muerte. Sienten que la vida es un ciclo que ya han cumplido y, sencillamente, se dejan llevar”, acota.

Aguilar sostiene que muchas veces se intenta demostrar todo desde la medicina. Sin embargo, los sentimientos y las emociones tienen tanta importancia como el estado físico de las personas.

“A veces la gente está preparada para morir y, sin embargo, desde la medicina se lucha para prolongarle la vida a las personas. Por supuesto, también está el pedido de los familiares de mantenerlos vivos”, resalta el especialista.

Sin motivos para seguir

El psicólogo explica que la soledad es uno de los elementos que más les preocupa a las personas de la tercera edad. “En algunos casos de parejas de avanzada edad, los integrantes sienten que necesitan esforzarse para cuidar al que está al lado. Cuando uno de los dos muere, el otro ve que el esfuerzo ya no es necesario, no encuentra motivos para seguir viviendo, se desconecta y su vida empieza a declinar. Repito: he visto muchos casos y no creo que sea siempre con sufrimiento. Hay una aceptación de que el ciclo se termina y se preparan para morir”, explica.

Es mucho más romántico decir que alguien ha muerto por amor, sostiene la experta en cuidados paliativos, María Alejandra Acosta. Sin embargo ella, que ha visto morir a muchas personas y las ha acompañado hasta el final de sus días, no cree en eso. “Las personas que pierden su pareja y fallecen al poco tiempo lo hacen porque eligen dejarse morir. Particularmente y siendo más realista, diría que la donación de órganos es una forma espectacular de morir por amor”, concluye la enfermera.